Caos capital |
Hace unos meses un
Al Alcalde Petro lo defino como un hombre con grandes ideas que no tiene la capacidad de ejecutarlas. Su tinte social, contaminado por el populismo del siglo XXI, lo mantiene con el apoyo de las bases que lo llevaron al Palacio de Liévano. Sin embargo, siendo lo social una preocupación y una prioridad, no debe entenderse con la necesidad de crear una lucha de clases que lo único que hace es dividir y no dejar progresar la ciudad. La Bogotá de Petro es una ciudad sin autoridad, sin amor propio y en constante deterioro.
El alcalde es un ser solitario, seguido por unos coequiperos que mantienen su lealtad al ritmo de la nomina de cada mes. El tono soberbio y los tumbos que da con sus decisiones ya han visto pasar decenas de colaboradores que abandonan el proyecto y mientras tanto la ciudad sin un norte fijo (ni siquiera un sur fijo)
Solo hay que darse un recorrido por la ciudad para darse cuenta de la falta de autoridad de este ser autoritario, que delega funciones, pero no deja progresar liderazgos; que se cree perseguido, pero ataca a quien lo contradice; que dice ser progresista pero quiere volver a los tiempos donde Bogotá se dividía en el norte y en el sur (otras administraciones se volcaron a la zonas marginales de la ciudad con obras y asistencia social pero gobernando para todos los habitantes, ricos y pobres. Entregando obras dignas y orden para todos)
La cultura ciudadana abandonada o relegada a la cultura de la cinta amarilla y negra de precaución, o a las chaquetas multicolores de la Bogotá Humana con personas sin capacitación seria en el asunto, césped sin cortar, basura al vaivén del viento, pasacalles anunciando nuevas urbanizaciones y contaminando visualmente, automóviles en los andenes, la ciudad de la bicicleta con las ciclorutas abandonadas o invadidas por vendedores ambulantes, un excelente servicio de transporte integrado con una pedagogía nula para el ciudadano, bellas obras de infraestructura ya entregadas y con las redes colgando, generando peligro y detrimento estético son algunos de los ejemplos de que esta administración sigue en deuda con el presente y la historia de esta ciudad.
Si Petro dejara su soberbia, si fuera un mejor gerente, cada entidad de la Bogotá Humana haría su trabajo como corresponde y la ciudad sería mejor. Siempre habrá problemas y muchos de ellos no son culpa de él, pero Alcalde, lo elegimos para gobernar no para "trinar de la piedra"
1 comentario:
La soberbia hace ciegos a muchos y humilla a otros hasta la ceguera. Ojalá tanto yerro Petrino (como el SITP = Sistema Inoperante de Transporte Petrino -por mencionar uno de los casos menos hediondo o insalubre), se corrija y no se vuelva motivo de sublevación para la gente, que un día no va a resistir más y... sabrá Dios qué haga, si está enceguecida por la rabia y la humillación.
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