
En unos días empieza el Festival Iberoamericano de Teatro. Danzas por aquí, obras por allá, montajes en idiomas desconocidos, teatro callejero de alta calidad y una ciudad de se convierte en todo un escenario. Un evento que nos llena de orgullo. Un evento que brinda colorido y alegría a estos fríos días de marzo.
La ciudad escenario, la ciudad que abre sus espacios para que artistas de todo el mundo representen la vida y lo bueno que hay en ella. Y todo esto en Bogotá, la ciudad que se acostumbro al pan y circo, la que también se llena de orgullo con programas como "Bogotá sin hambre", la que busca no ser indiferente y lo es en cada esquina. La ciudad donde el drama se representa en cada semáforo con cientos de familias pidiendo una ayuda; la metrópoli de la comedia en donde algunos habitantes nos hacen reír con sus ocurrencias; la ciudad del miedo, de esas calles oscuras que es mejor no transitar; la Bogotá del amor y del desamor. La capital de todos, en donde el papel principal lo realiza cada ciudadano, incluso aquellos que creen que son extras y no han valorado su actuar en este gran escenario. La ciudad donde se improvisa. La ciudad planeada. La urbe donde el libreto fue muy bien escrito, pero donde el director está como desorientado. Ciudad teatro, ciudad vida, ciudad para vivir.
Bienvenido el teatro a Bogotá, bienvenida la vida en obras, comedias y dramas. Días para seguir viviendo esta gran epopeya llamada Bogotá, capital de Colombia, Atenas suramericana, no por las ruinas representadas en las calles, sino por la cultura que se abre paso en cada rincón.
