
Mirar a los miles de ciclistas en las ciclorutas que van o vienen del lugar donde buscan el sustento de sus familias. Mirar al jóven "traqueto" que casi nos aplasta con su 4X4, detenernos en los rostros de las personas que con el cansancio del día, van colgando de las barras en los buses, ver al niño indigente que se pega al parabrisas o el joven guía de Misión Bogotá que intenta "educar" una ciudad apática. Observar a la ejecutiva joven en su "corsa evolution" que sonrie mientras espera que el semáforo cambie a verde. Miles de rostros, miles de circunstancias. Unas de ellas buenas y la mayoría no tan buenas. Rostros para llorar, rostros para reir. Vidas en abundancia, vidas en supervivencia. La realidad de una ciudad de contrastes, de desigualdad, de esperanza y de las millones de almas abriéndose paso en la vida. ¿Qué podemos hacer como ciudadanos para mejorar la calidad de vida de los otros? ¡cualquier otro!