Hoy viví irremediablemente una experiencia sublime. Lo terrible, lo informe y lo diforme, no solo aparecieron como parte de experiencias en donde mi imaginación confrontó su limite, si no que se hicieron reales en cuanto me dieron la oportunidad de pensar en esos sentimientos de angustia que a veces me produce la difícil sociedad en la que vivimos. Reaccionar y pensar soluciones, pudo no ser todo, pero ayudó.
Dejemos lo sublime con la siesta de medio día en la buseta y hagamos mejor un repaso por algunas calles de Bogotá. Un septimazo hasta la 47, un zig zag entre las carreras octava y novena, luego una vitriniada por la 13 hasta la 65 con una paradita en la iglesia de nuestra Señora de Chiquinquirá no estuvo para nada mal. Afortunadamente, pese a tanta inseguridad y contaminación aún existe el deseo de ser y de vivir en nuestra hermosa Bogotá.
3 comentarios:
"Llovió después en la alta fantasía" -Dante.
Llámeme y la contextualizo.
A mi no me tiene que llamar para contextualizarla. No la creo bruta. Al contrario, lo que escribe tiene un ritmo interesante. Una buena forma de ver (o sentir) Bogotá.
ERES BASTANTE INCOHERENTE.
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